domingo, 7 de septiembre de 2008

escritos al vuelo


Te invito a mis lluvias
a mi baldío con su feria
a mis piedras sin cocer
a la travesía de los vientos ácidos
a las lámparas recogidas en la calle
a las agujas y criaturas que mendigué
cuando, como el desierto,
fui primera y sin padres.
Te invito a mi ojo lleno de espejos, trigos
y niñas escapadas al anochecer.
El ojo favorito de las filas de hormigas,
de las lanas y de la humedad de la casa materna.

Quiero besar tu andrajo y tu pan,
en la media sombra que la tarde arroja
desconociendo un hijo.

Que venga el alma con la cara sucia
las rodillas sangrantes,
de tan lastimados por la misma caída.
(M.J.M)

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