martes, 23 de septiembre de 2008

Estirpe





"Los mendigos mayores no dicen nada, no hacen nada. Saben que es inútil y exhaustivo. Se dejan estar. Se dejan estar. Déjanse estar al sol o a la lluvia, con el mismo aire de entero valor, lejos del cuerpo que dejan en cualquier lugar. Entretiénense en extender la vida por el pensamiento. Si alguien habla, su voz huye como un pájaro que cae. Y es de tal modo imprevista, innecesaria y sorprendente que para oírla bien tal vez giman algún ay. ¡Oh, no gemían, no!... Los mendigos mayores son todos estoicos. Pondrán su miseria junto a los jardines del mundo feliz pero no quieren que, desde el otro lado, sepan de la extraña suerte que los recorre como un río un país. Los mendigos mayores viven fuera de la vida: se excluyeron. Abren sueños y silencios y desnudos espacios a su alrededor. Tienen su reino vacío, de altas estrellas que no cobijan. Su mirar jamás mira y su boca no llama ni ríe. Y su cuerpo no sufre ni goza. Y su mano no toma ni pide. Y su corazón es una cosa que, si existiera, súbito olvidaría. ¡Ah!, los mendigos mayores son un pueblo que se va convirtiendo en piedra. Ese pueblo, que es el mío. "


CECILIA MEIRELES (Brasil 1901-1964)

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